LA IRA DE LA DEVOCIÓN

2008 - 2018

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“Hace un tiempo decidí cambiar mi vida de la forma más extraordinariamente posible.Miré hacia adentro y sin querer recordé la frase que mi madre me dijo la última vez que lavi cuando tenía dieciséis años: “Que te vaya bien, y créeme que de verdad espero que seas muy fuerte y audaz, para no tener piedad a la hora de destrozar tu cuerpo y aplastar tu alma la próxima vez que nos volvamos a encontrar.”

Tras una abrumadora crisis emocional, empecé una secuencia psicomágica de imágenes,adhiriéndome a lo que Derrida nombró como “la difunta ceniza”. Voy comunicando al fuego con aquello que queda después de que la vida hizo su trabajo, mi serie es un acto de entropía y agotamiento físico, mental, real e imaginario. Pues ¿Qué queda, después de lo vivido? Quedan las cenizas. Abandonandome a un vínculo al mismo tiempo tortuoso y necesario con mi pasado, aunado a la desbordante crisis de la violencia cínica en mi país de origen.

Las cenizas en mi obra están ligadas al fuego (la muerte), pero también a la vida, son el ser que se reconoce a sí mismo y a su contexto consumiéndose y dejando de si solo lo que fue. Soy mediante mi obra un testimonio del auto desvanecimiento, mi pensamiento y mi destino está hecho de fuego y de cenizas. Mis fotografías están manchadas de una especie de nata gris que va señalando como con la punta del dedo, una presencia pasada. Son una funeraria. Mediante el transcurrir del tiempo he auto inmolado mi obra hasta dejarla muda. Representando la frágil e inquieta huella de mi estado mental durante los últimos diez años de mi vida, desde mi adolescencia hasta la edad adulta.

En»La ira de la devoción» presentó entremezclados lienzos pictóricos y fotografías de mi archivo familiar para impulsar al espectador a sumergirse en mi psicología. La pieza es un proyecto vudú capaz de reconstruir una parte de la historia personal y contemporánea de muchas mujeres dispuestas a emanciparse de las estructuras sociales que han estado predispuestas para ellas.

Mediante la narrativa escrita, ejercicios de manipulación, contra hechizos, autorretratos y asociaciones de imágenes.Al igual que Hamlet le rogaba al espectro de su padre. “Descansa, quédate quieto. Quédate muerto. Y quédate ahí.” Mi mas intimo deseo es que los fantasmas que me habitan no retornen nunca más. El problema es que los muertos, los nombres, las cenizas, no se quedan ahí. No se quedan quietas. No descansan. Pues como escribió Borges “los nombres, las palabras, las frases, los espectros, nos buscan, nos asedian, nos persiguen.”

Mi trabajo es la respuesta a esa última maldición que me lanzó mi madre, y que implica una investigación exhaustiva de mis ancestros, revelando el hecho de que las mujeres de mi familia han practicado brujería desde hace varias generaciones con el deseo de dañar a otras mujeres del mismo gueto.

Al acto de hechizar lo considero una forma de defensa psicológica contra algunos símbolos del machismo, pero tras su excesiva permanencia e intensa creencia, degrado en el caso de mi familia, en locura, manías, fobias, depresión y esquizofrenia. Los efectos provienen del síndrome de la mala madre investigado por el psicoanálisis y heredado epigenéticamente.

En mis fotos, las mujeres son representadas como seres inmortales e inmorales con poderes sobrenaturales, que marcan su simbolismo y personalidad por medio de los elementos de la naturaleza que les rodean. Son inteligentes, intrigantes y angustiantes. Mientras que los hombres parecen estar siempre en riesgo. En mis historias, lo femenino es amenazador porque seduce y en la poética de su seducción devora.